Cuando algo no crece recto, es difícil enderezarlo...
Lo atas, lo empalas, lo recortas, lo doblas, lo unes, lo cortas, lo guías... pero ya es difícil.
Un parche, un cosido, un zurcido y un doblez... sigue demasiado difícil y aunque le pongas rodilleras se nota que está roto, desgatado y torcido.
Aunque le pongas parches, soldaduras finas de hilo de seda, papel japonés y hasta oro... se nota que está roto.
Entonces ¿qué puedes hacer?
¿lo tiras y buscas uno nuevo? ¿Te haces la loca y aceptas que es torcido?
Pues mejor, te pintas los labios de rojo, te pones tacones, le das un beso en los morros y afrontas que te ha tocado torcido, pero así es tu camino, ¡torcido! ¡pero tuyo! ¡sin deudas ni favores! tuyo!
Con una sonrisa y un buen momento es mejor que prestado...
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